"Como intentar explicar la miseria, el dolor, el hambre, la ignorancia, la enfermedad crónica, diciendo cínicamente que el mundo es así; que unos trabajan más con competencia, por eso tienen más y que es preciso ser pacientes, pues un día las cosas cambiarán". Paulo Freire
La visión capitalista nos educa para que todo lo que se
relaciona con los seres humanos sea visto como un recurso a explotar, al igual
que se establece en las relaciones sociales, la explotación del hombre por el
hombre, esto se reproduce en las diversas relaciones: por ejemplo, la
explotación del hombre por la naturaleza, en la cual la Naturaleza se convierte
en Recurso Natural para explotar indiscriminadamente en función del Capital,
mediatizada por un visión desarrollista. La división de clases se da por una
relación sociocultural que estructura la sociedad donde un grupo minoritario es
quien debe disfrutar plenamente el usufructo del trabajo de las mayorías; y
también este grupo se educa con un mentalidad de considerar un “derecho natural” el usufructo del
trabajo de los demás, de la naturaleza, de los minerales, de la fauna, es decir
de la vida entera.
Como bien lo señala el compañero Evo Morales, el enemigo de la humanidad es el capitalismo,
es importante tener claro que las causas es a donde hay que apuntar y bien lo
señala Evo: “Lo que no acepto a veces es
que lamentablemente sólo observamos los efectos, no tocamos de dónde viene este
cambio climático, quienes son los responsables”. Si entendemos la
naturaleza como recurso de explotación, solo sirve para atender a los intereses
de las grandes trasnacionales devoradoras del planeta, que generan riquezas
desmesuradas en detrimento de la armonía con la naturaleza, como lo expresan
culturalmente nuestros pueblos indígenas. Esta oposición civilización/naturaleza
que nos han inculcado desde el pensamiento positivista-desarrollista sin
asideros en lo humano ha venido justificando el hacer social desde la visión
civilización/barbarie, donde en el concepto de barbarie entra: la vida de lo
natural, lo indígena (concepción de armonía naturaleza-ser humano-naturaleza),
la vida campesina (relación ser humano-naturaleza), en contraposición con la
industrialización del campo para el consumismo en la grandes ciudades,
expropiación de las tierras a los indígenas para romper con la relación
naturaleza-ser humano-naturaleza y fortalecer la propiedad privada sobre la
propiedad comunal indígena. Romper con las relaciones del vecindario para
fortalecer la propiedad horizontal, y fortalecer las relaciones de
individualización familiar, separación social y discriminación sociopolítica,
el edificio lujoso te da distinción e indica tu poder adquisitivo.
En Caracas los ciudadanos de las urbanizaciones del Este
valen más que el resto de los que viven en edificios de las zonas del Centro o
Catia, o El Valle, por ejemplo, y estos muchísimo más que los que viven en los barrios de la capital. Los de la capital
aunque vivan en un barrio valen más que los que viven en el campo o las zonas
rurales. La visión urbanizadora es que la clasificación social y la división de
clases se constatan en las condiciones materiales de la ubicación espacial en
la ciudad o el campo. Esto permite el disfrazar las relaciones de la división
de clases en unos discursos sobre la división del trabajo, de aquellos que viven
el esos espacios urbanos del Este, quienes han alcanzado esos niveles porque
hacen un trabajo productivo más eficiente y consideran que todos deben ser
como ellos.
Se nos educa para asumir que la división de clase es algo
como una Ley natural, que fue sustentada en la sustitución del pensamiento
Darwiniano: “la especie que se adapta mejor a los cambios sobrevive”,
interpretada en las relaciones de poder como: “el más fuerte sobrevive”, y
enseñada como La Ley del más Fuerte. Todo
ello se da como una justificación ideológica de las relaciones de
explotación.
Pero volviendo a la visión "desarrollista" que contribuye a la
destrucción de la naturaleza, pues la considera un recurso para la explotación,
observamos que en los lugares donde se encuentran los pueblo indígenas, están
las mayores concentraciones de minerales que el sistema capitalista convierte
en elemento de atesoramiento: oro, plata, diamante, platino, uranio entre
otros; además del agua dulce que en realidad es para los seres vivos del planeta
tierra en bien más preciado para nuestra vida. Pues uno se puede imaginar un
mundo sin oro, pero no sin agua. Podemos incluso dispensar del petróleo pues
podemos imaginar otras formas de combustibles para vivir sobre la tierra pero
no podríamos durar más de unos cuantos meses sin agua. En conclusión el elemento más preciado de todos es el agua, el otro el aire, ambos indispensables para la vida en nuestro planeta. Y cada día oímos, leemos en los periódicos, o a través
de las redes “internéticas” sobre glaciales que se van a derretir para sacar
una cuantas gramos de oro, generando la destrucción de la cabecera de algún río
(Chile), o que se contamina con mercurio el río tal o el río cual para sacar
una onzas de oro, y todo ello por una educación que nos hace valorar más un
escaso metal que una fuente importante para la vida: el agua.
En nuestro país, donde sigue imperando la visión
capitalista, oímos, leemos sobre la explotación de minas a cielo abierto para
extraer carbón mineral en los territorios Yuk’pa, lo cual trae como
consecuencia la destrucción del ambiente de estas comunidades, la contaminación
ambiental la destrucción de zonas vegetales en función de la visión capitalista
desarrollista que sigue viendo a la naturaleza como un recurso a explotar,
aunque ello signifique la destrucción del ser humano. Es incongruente que para
favorecer a unas trasnacionales, y en beneficio de unos países que se consumen
al planeta se permita la destrucción de los ambientes y ecosistemas porque hay
unos compromisos firmados por los que tienen la visión capitalista del
desarrollo y la naturaleza, es un bien de acumulación del capital. Si me
preguntan todos los espacios donde habitan los pueblos indígenas y las
cabeceras de aguas de las fuentes hídricas del país deben ser parque nacionales
en resguardo de la vida, aunque haya el mineral que haya en esos lugares.
Deberíamos recordar lo que sucedió al pueblo Warao, con el
cierre de Caño Mánamo (recomendamos ver el documentar de Carlos Azpurúa), pues
para favorecer a las industrias trasnacionales del hierro fue sacrificado el
ecosistema y la vida de este pueblo en el Delta Amacuro, y al parecer aún en la
actualidad, este es el criterio que sigue imperando sobre la vida de otros
pueblos indígenas o de campesinos, o de sectores las clases bajas en la Venezuela
nuestra, según la visión capitalista.
Deberíamos profundizar el pensamiento revolucionario, pues sin la real discusión, no hay transformación revolucionaria. Es importante el nuevo procesos de educación de la sociedad venezolana contemple la visión ecológica revolucionaria y transformadora de ver a la naturaleza como recurso de explotación y asumamos más los conceptos de la madre tierra que manejan nuestros hermanos indígenas de la américa latina.
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