miércoles, 10 de octubre de 2012

De algunas incongruencias que nos aquejan


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"Como intentar explicar la miseria, el dolor, el hambre, la ignorancia, la enfermedad crónica, diciendo cínicamente que el mundo es así; que unos trabajan más con competencia, por eso tienen más y que es preciso ser pacientes, pues un día  las cosas cambiarán".  Paulo Freire


La visión capitalista nos educa para que todo lo que se relaciona con los seres humanos sea visto como un recurso a explotar, al igual que se establece en las relaciones sociales, la explotación del hombre por el hombre, esto se reproduce en las diversas relaciones: por ejemplo, la explotación del hombre por la naturaleza, en la cual la Naturaleza se convierte en Recurso Natural para explotar indiscriminadamente en función del Capital, mediatizada por un visión desarrollista. La división de clases se da por una relación sociocultural que estructura la sociedad donde un grupo minoritario es quien debe disfrutar plenamente el usufructo del trabajo de las mayorías; y también este grupo se educa con un mentalidad de considerar un “derecho natural” el usufructo del trabajo de los demás, de la naturaleza, de los minerales, de la fauna, es decir de la vida entera.

Como bien lo señala el compañero Evo Morales, el enemigo de la humanidad es el capitalismo, es importante tener claro que las causas es a donde hay que apuntar y bien lo señala Evo: “Lo que no acepto a veces es que lamentablemente sólo observamos los efectos, no tocamos de dónde viene este cambio climático, quienes son los responsables”. Si entendemos la naturaleza como recurso de explotación, solo sirve para atender a los intereses de las grandes trasnacionales devoradoras del planeta, que generan riquezas desmesuradas en detrimento de la armonía con la naturaleza, como lo expresan culturalmente nuestros pueblos indígenas. Esta oposición civilización/naturaleza que nos han inculcado desde el pensamiento positivista-desarrollista sin asideros en lo humano ha venido justificando el hacer social desde la visión civilización/barbarie, donde en el concepto de barbarie entra: la vida de lo natural, lo indígena (concepción de armonía naturaleza-ser humano-naturaleza), la vida campesina (relación ser humano-naturaleza), en contraposición con la industrialización del campo para el consumismo en la grandes ciudades, expropiación de las tierras a los indígenas para romper con la relación naturaleza-ser humano-naturaleza y fortalecer la propiedad privada sobre la propiedad comunal indígena. Romper con las relaciones del vecindario para fortalecer la propiedad horizontal, y fortalecer las relaciones de individualización familiar, separación social y discriminación sociopolítica, el edificio lujoso te da distinción e indica tu poder adquisitivo.


En Caracas los ciudadanos de las urbanizaciones del Este valen más que el resto de los que viven en edificios de las zonas del Centro o Catia, o El Valle, por ejemplo,  y estos muchísimo más que los que viven en los barrios de la capital. Los de la capital aunque vivan en un barrio valen más que los que viven en el campo o las zonas rurales. La visión urbanizadora es que la clasificación social y la división de clases se constatan en las condiciones materiales de la ubicación espacial en la ciudad o el campo. Esto permite el disfrazar las relaciones de la división de clases en unos discursos sobre la división del trabajo, de aquellos que viven el esos espacios urbanos del Este, quienes han alcanzado esos niveles porque hacen un trabajo productivo más eficiente y consideran que todos deben ser como ellos.    

Se nos educa para asumir que la división de clase es algo como una Ley natural, que fue sustentada en la sustitución del pensamiento Darwiniano: “la especie que se adapta mejor a los cambios sobrevive”, interpretada en las relaciones de poder como: “el más fuerte sobrevive”, y enseñada como La Ley del más Fuerte. Todo ello se da como una justificación ideológica de las relaciones de explotación.

Pero volviendo a la visión "desarrollista" que contribuye a la destrucción de la naturaleza, pues la considera un recurso para la explotación, observamos que en los lugares donde se encuentran los pueblo indígenas, están las mayores concentraciones de minerales que el sistema capitalista convierte en elemento de atesoramiento: oro, plata, diamante, platino, uranio entre otros; además del agua dulce que en realidad es para los seres vivos del planeta tierra en bien más preciado para nuestra vida. Pues uno se puede imaginar un mundo sin oro, pero no sin agua. Podemos incluso dispensar del petróleo pues podemos imaginar otras formas de combustibles para vivir sobre la tierra pero no podríamos durar más de unos cuantos meses sin agua. En conclusión el elemento más preciado de todos es el agua, el otro el aire, ambos indispensables para la vida en nuestro planeta. Y cada día oímos, leemos en los periódicos, o a través de las redes “internéticas” sobre glaciales que se van a derretir para sacar una cuantas gramos de oro, generando la destrucción de la cabecera de algún río (Chile), o que se contamina con mercurio el río tal o el río cual para sacar una onzas de oro, y todo ello por una educación que nos hace valorar más un escaso metal que una fuente importante para la vida: el agua.

En nuestro país, donde sigue imperando la visión capitalista, oímos, leemos sobre la explotación de minas  a cielo abierto para extraer carbón mineral en los territorios Yuk’pa, lo cual trae como consecuencia la destrucción del ambiente de estas comunidades, la contaminación ambiental la destrucción de zonas vegetales en función de la visión capitalista desarrollista que sigue viendo a la naturaleza como un recurso a explotar, aunque ello signifique la destrucción del ser humano. Es incongruente que para favorecer a unas trasnacionales, y en beneficio de unos países que se consumen al planeta se permita la destrucción de los ambientes y ecosistemas porque hay unos compromisos firmados por los que tienen la visión capitalista del desarrollo y la naturaleza, es un bien de acumulación del capital. Si me preguntan todos los espacios donde habitan los pueblos indígenas y las cabeceras de aguas de las fuentes hídricas del país deben ser parque nacionales en resguardo de la vida, aunque haya el mineral que haya en esos lugares.

Deberíamos recordar lo que sucedió al pueblo Warao, con el cierre de Caño Mánamo (recomendamos ver el documentar de Carlos Azpurúa), pues para favorecer a las industrias trasnacionales del hierro fue sacrificado el ecosistema y la vida de este pueblo en el Delta Amacuro, y al parecer aún en la actualidad, este es el criterio que sigue imperando sobre la vida de otros pueblos indígenas o de campesinos, o de sectores las clases bajas en la Venezuela nuestra, según la visión capitalista.

Deberíamos profundizar el pensamiento revolucionario, pues sin la real discusión, no hay transformación revolucionaria. Es importante el nuevo procesos de educación de la sociedad venezolana contemple la visión ecológica revolucionaria y transformadora de ver a la naturaleza como recurso de explotación y asumamos más los conceptos de la madre tierra que manejan nuestros hermanos indígenas de la américa latina.   

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